Jueves, 26 de enero de 2016, llegue a Sorata, a 100 km aprox de La Paz, Bolivia, luego de un viaje de tres horas desde Copacabana , pasando por Tiquina, Guarina, Achacachi, y Warisata. . Sorata es un pueblito, de callecitas empedradas, angostas, y amarillentas, de pocos autos, situada en un valle verdoso y frondoso. El clima no es tan seco, recuerdo que aquí volví a sentir el sudor que no había sentido en dos semanas en Potosí, Sucre, o La Paz. Sorata esconde la magia de sus alturas, atardeceres con destellos de luz que se filtran entre las montañas, la callecitas , aveces polvorientas, se tiñen de ocre para contrastar con el nevado Illampu, una inmensa cadena montañosa con picos nevados. Algunas fachadas, me recuerdan a las pinturas de Monet o los primeros años impresionistas de Picasso, otra vez, Bolivia regala paisajes, dignas de fotografiar y apreciar.

La Bolivia Rebelde de principios del siglo XXI se caracterizó por ser la conjunción de una diversidad de luchas tanto en el espacio como en el tiempo, no fue un solo levantamiento ni un solo pliego petitorio,
hubieron una multiplicidad de disputas en juego que fueron emergiendo y transformándose a medida que pasaban los años rebeldes. El punto de inflexión que marcaría el inicio de la rebeldía popular fue la denominada
Guerra del Agua en el año 2000. Al mismo tiempo se iniciaron una serie de movilizaciones rurales –principalmente aymaras y cocaleras– que colorearían de luchas el campo boliviano durante los años venideros,
en algunas ocasiones articuladas a sujetos urbanos que también entraron en la disputa, como en febrero y octubre de 2003, y otras veces de manera más solitaria. Lo que no se puede negar es que gran parte
de la potencia de estas movilizaciones y los alcances que éstas tuvieron, provinieron en gran medida del movimiento indígena campesino.
La formación histórica del movimiento indígena campesino boliviano. Los vericuetos de una clase construida desde la etniciad
Huascar Salazar Lohman 

Caminata hasta las grutas.