Las hojas recorren como insectos los alrededores de su cabeza, parece dormida, parece despierta, el bosque abraza la tarde, el sol pretende colarse por los árboles eucaliptos, largos, finos y altos. Tan altos que filtran la luz transformándola en cenital. Pachamama camina sobre un colchón de hojas, y en cada paso se oye el sonido crujiente de las hojas secas que anticipan el otoño. El clima es fresco y mientras tanto la tarde cae, una araña pequeña avanza y camina sobre la superficie lisa, brillosa, descascarada y verde del fino tronco de eucaliptos, tan típico por esta zona del noreste entrerriano. Comienza a llover, y finas gotas caen sobre Pachamama, no tanto como para mojarla pero sí para nutrirla, al menos por un instante, Pachamama descansa, Pachamama piensa, observa y vuelve a descansar.

Pachamama despierta, Pachamama es la madre tierra de la naturaleza y el bosque lo sabe. Los árboles dialogan con el viento en un lenguaje musical que ambienta el bosque de un sonido que parece silencio y no lo es, porque sólo el viento es fuerte allí arriba y es briza aquí abajo, y los árboles imploran a las raíces su crecimiento y las raíces desean fertilidad, la raíces imploran la sana Pachamama, Pachamama es tierra, una tierra que mendiga un poco de agua, y el progreso la ignora.

Los años pasan, hasta que un día la calma del bosque se transforma en disturbio, la briza en tormentas, las gotas en inundaciones, la calidez del sol en la furia de un fuego que arde. Así, las hojas de eucaliptos comienzan a encenderse.

El humano todo lo ignora, su progreso avasalla, mientras tanto el humano hecha culpas a la naturaleza, el humano hecha culpas a la madre tierra. Así, los árboles dejarán de ser verdes y lisos y se transformarán en algo turbio y oscuro, el colchón de hojas secas será rugoso y negro.

Pachamama está herida, Pachamama ya no descansa, Pachamama es tierra seca sin agua… ¿Cuántas lagrimas más deberán correr por el bosque para ser transformadas en río?

Fotos y Textos. Manuel Mendoza
Locacion: Santa Ana. Entre Rios.